Devoro Exploradores del abismo, un excelente libro de cuentos de Enrique Vila-Matas. Me interpelan sobre la relación entre Vila-Matas y el impartido por Lorenzo Rocha.
No se que responder.
Al escritor barcelonés le preguntaron en su juventud porqué quería ser escritor. Dijo que lo había deseado desde que vio el film La notte, de Antonioni. En él Marcello Mastroianni es un escritor enrollado con Jeanne Moreau. Vila-Matas pensó que merecía la pena arriesgarse para tener a su lado a una «señora como Moreau».
A mi me preguntan porqué me interesa intervenir sobre el espacio público.
Veamos. Conozco al arquitecto Lorenzo Rocha en el transcurso de una charla en una improvisada terraza frente al Taller del Soho. Al finalizar Lorenzo propone la realización de unas jornadas sobre transformación urbana.
No se muy bien a que se refiere. Hace unas semanas he acudido a uno de urbanismo inclusivo en el Palacio Euskalduna (IN). Éste, en cambio, lleva la marca OUT (Office for Urban Transformation). Al parecer vamos a investigar espacios mal iluminados, llegando hasta un punto cercano al de congelación, siendo observados por los vecinos. Nos vamos a convertir en aventureros de lo público, creadores del espacio urbano, negadores de la agorafobia.
Unos días antes, Lorenzo nos ha mandado unas reflexiones de Manuel Delgado sobre el espacio urbano. Delgado cita a Henri Lefebvre para que no confundamos la ciudad con lo urbano. Dice que lo urbano es «una acción interminable cuyos protagonistas son esos usuarios que reinterpretan las obra del diseñador a partir de las formas como acceden a ella y la utilizan al tiempo que la recorren». Leo esto y afronto el taller con la tranquilidad de saber que intervenir en el espacio urbano no incluye un curso acelerado de arquitectura o de escultura. Me despido de las ideas de Delgado pensando que es un tipo genial. Un hombre que aspira a que le dejen en paz debe de serlo.
El día 26 de noviembre nos juntamos quince amigos enfrente del bar Nervión. La Ría se desliza desconfiada hacia el Abra —sabe que tiene que pasar por debajo de Zubi Zuri—. Lorenzo nos explica que nos esperan tres días de paseos por Bilbao La Vieja y discusiones sobre lo observado. Comenzamos a sentirnos exploradores del abismo.
Una intervención en el espacio público necesita de una incursión en territorio enemigo. Nos dividimos en tres grupos para ponerle el termómetro al barrio. Hace frío y a ratos llueve. Miramos a nuestro alrededor como si anteriormente nunca hubiéramos realizado esta acción. Escribimos notas y sacamos fotografías. Nos vamos conociendo.
Al volver al punto de partida Lorenzo nos explica que haber sacado algo en claro significa no haber sacado nada en claro.
Nos gustan los enigmas y volvemos el día siguiente. Quedamos en D-Espacio. Nos atiende una gente muy simpática. El lugar escogido para alumbrar el misterio de la transformación urbana es una salita en penumbra. Da la impresión de que nos han citado a una reunión secreta.
Lorenzo comienza con un aporte teórico apoyado en el texto de Delgado. A renglón seguido explicamos qué nos ha llamado la atención en nuestro paseo por el barrio. Lo ilustramos con fotografías y argumentamos. Se eligen varios lugares para la jornada de mañana: la plaza de los Tres Pilares, el espacio del skate junto a la calle Mena, la plaza de Cantalojas…
El viernes nos juntamos en BilbaoArte para realizar un reconocimiento de los lugares seleccionados. Lorenzo ha invitado a Fernando Quesada, arquitecto y profesor de la Universidad de Alcalá de Henares. Salimos pronto para aprovechar al máximo la luz natural. Se trata de analizar in situ los espacios, discutir y realizar propuestas.
El sábado es el último día del taller. Quedamos al mediodía en Garabat para debatir y sacar conclusiones. Es una jornada abierta al público en general, pero sobre todo atendemos los participantes del taller. Es evidente el buen rollo entre todos. Hay ganas de continuar más adelante con las incursiones y con cualquier cosa que salga. El taller ha dejado muy buen sabor de boca.
Maria Seco ha dado un primer paso creando un blog
A modo de conclusión me quedo con eso que dice Delgado de que lo urbano es algo parecido a una ciudad efímera. Debe ser por ello que Lorenzo y la Asociación 2 de Mayo han planteado un concurso de arquitectura efímera.
Todavía quieren saber porqué me interesa la intervención en el espacio público. Me gustaría responder que para aspirar a me dejen en paz o para tener una señora como Jeanne Moreau. Pienso que debe tener más que ver con Fernando Pessoa cuando escribe que «uma rua deserta não é uma rua onde não passa ninguém, mas uma rua onde os que passam, passam nela como se fosse deserta» («Una calle desierta no es una calle por la que no pasa nadie, sino una calle donde los que pasan, pasan por ella como si estuviese desierta»).
Por Lutxo Egia