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NUEVOS DESAFÍOS PARA LA DOCENCIA DE LA ARQUITECTURA: ENSEÑAR UNA ACTITUD Y GENERAR SITUACIONES DE APRENDIZAJE

Escrito por Mª Isabel Alba Dorado

Miércoles, 11 de Febrero de 2009 12:49 para el Congreso de arquitectos de España 2009

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La implantación del Espacio Europeo de Educación Superior nos abre a un nuevo escenario marcado por un modelo de formación cada vez más complejo y extenso en el tiempo que difiere considerablemente del que se ha venido realizando hasta ahora. Así pues, se precisa perfilar un nuevo modelo docente para la educación superior, flexible y que posibilite un desarrollo intelectual más crítico y profundo que capacite para generar conocimiento. En este sentido, se reclama una docencia en la que prime la formación sobre la información con el objetivo de crear situaciones de aprendizaje que faciliten una posterior formación continua. Esto, sin duda, vendrá a marcar nuevos desafíos para la docencia de la arquitectura que hace necesario no sólo repensar el papel del docente sino, también, el del estudiante el cual ha de participar de forma mucho más activa en el proceso de aprendizaje de lo que lo hace actualmente. Se trata de pasar del modelo tradicional de transmisión de conocimientos del profesor al alumno, a un modelo basado en el desarrollo de competencias en el estudiante y en el que la institución educativa pierde su exclusividad a la hora de transmitir conocimiento e información.

COMUNICACIÓN

Nuevos desafíos para la docencia de la arquitectura: Enseñar una actitud y generar situaciones de aprendizaje

La implantación del Espacio Europeo de Educación Superior nos abre a un nuevo escenario marcado por un modelo de formación cada vez más complejo y extenso en el tiempo que difiere considerablemente del que se ha venido realizando hasta ahora. Así pues, se precisa perfilar un nuevo modelo docente para la educación superior, flexible y que posibilite un desarrollo intelectual más crítico y profundo que capacite para generar conocimiento. En este sentido, se reclama una docencia en la que prime la formación sobre la información con el objetivo de crear situaciones de aprendizaje que faciliten una posterior formación continua.

Dice Kant que no se enseña Filosofía, se enseña a filosofar, por extensión podríamos decir que no se enseña proyectos, se enseña a proyectar y aprender a proyectar sólo es posible proyectando. Para ello, es necesario que, en la formación de todo arquitecto, éste aprenda a trabajar con unos materiales y unas técnicas que son específicas del campo de la arquitectura. Sin embargo, en arquitectura, no todo se puede enseñar, es preciso aprenderlo; “en-señar” se convierte en un dar señas de cómo hacer arquitectura. Por lo que se debe ofrecer un conocimiento básico y, al mismo tiempo, la posibilidad de ampliación de éste; ya que, la arquitectura, aún aprendida, siempre está por conocer, no se agota y tiene que seguir el camino de lo que se quiere aprender, tiene que seguir el camino de esa formación continua a lo largo de la vida a la que cada uno debe dirigir su propio aprendizaje.

Mies, en su discurso de ingreso como director del Departamento de Arquitectura del Armour Institute of Technology (AIT), expresaría su opinión acerca de cómo debería ser la docencia de la arquitectura con las siguientes palabras:
La educación tendrá que dirigirse en primer lugar a los aspectos prácticos de la vida. Pero para poder hablar de verdadera educación, ésta ha de abarcar los aspectos personales y llegar hasta la formación de personas.
El primer objetivo ha de capacitar al individuo para afirmarse en la vida práctica, suministrándole los conocimientos y facultades necesarias para ello. El segundo objetivo está encaminado a formar la personalidad. Le ha de capacitar a utilizar correctamente los conocimientos y facultades adquiridos.
Por lo tanto, la verdadera educación no sólo aspira a alcanzar unos determinados fines, sino a establecer también unos valores. A través de nuestros fines nos vinculamos a la estructura específica de nuestra época.
En cambio, los valores están arraigados en la vocación espiritual del hombre. Nuestros fines determinan el carácter de nuestra civilización, y nuestra escala de valores, la altura de nuestra cultura.
Por mucho que los fines y los valores sean diferentes en su esencia y hayan surgido en terrenos distintos, no dejan de estar relacionados entre sí.1

Es entonces que, frente al actual bombardeo de información que el alumno recibe durante su estancia en la Escuela de arquitectura, los nuevos modelos docentes deben ofrecer programas formativos cuyo objetivo principal no sea la de transmitir conocimiento, sino la de propiciar situaciones de aprendizaje que estimule el aprendizaje autónomo y permita al alumno no sólo adquirir una formación inicial sino completar ésta a través de una formación continua a lo largo de la vida en función del itinerario hacia el que quiera dirigir su propia formación académica o profesional. Así pues, en la docencia de la arquitectura, más importante que la información es la formación y, dado que no es posible enseñar por extensión la Arquitectura, es decir, mostrando al alumno todas las formas, todos los materiales, todas las tecnologías, todos los procesos… en el escaso tiempo de cinco años, es preciso confiar, ahora más que nunca, en una enseñanza formativa, sustituyendo enciclopedismo por oficio y aptitud por actitud.2

Señalar, indicar, insinuar, sugerir, mostrar un camino, un lugar, dirigir la mirada a un punto lejano… ésta parece ser la nueva misión del docente con los alumnos en su tarea de orientarlos, guiarlos y tutorizarlos académica y profesionalmente.
Heráclito decía: El sabio no dice, sino indica. Y es que ciertas cosas no pueden ser entendidas si son abordadas directamente como los fenómenos físicos, sino en forma indirecta, metafórica, que es la base de toda poesía. Es la vieja sabiduría poética… Perdónenme si recurro a algo de mi propia vida… ella (mi ama, Alhama) nada me decía, nada directamente, pues no recuerdo haberla oído hablar nunca sino de forma indirecta; por modestas parábolas, pero parábolas al fin, por agudas metáforas, por insinuaciones, por versos que sólo ella sabía y también por silencios. Y sus decires comenzaban siempre de la misma manera: cuando me mandaba a mirar algo, recurso usado en los momentos más difíciles: “Mira niña…” Y me indicaba algo: una nube o conjunción de nubes en el cielo, una mariposa dando vueltas en torno a la luz, algún insecto más menudo todavía, me decía siempre: mira niña… Y no añadía nada más. Al pronto yo nada sacaba de mirar aquello. Pero más tarde lentamente y a veces súbitamente como por iluminación, comprendía: y sí, allí estaba una indicación a lo menos, de lo que a mí me estaba pasando…3

Del mismo modo, este cambio en el modelo docente hace necesario repensar el papel del estudiante el cual ha de participar de forma mucho más activa en el proceso de aprendizaje de lo que lo hace actualmente. Se trata de pasar del modelo tradicional de transmisión de conocimientos del profesor al alumno en un ámbito en el que la institución educativa es considerada como el único canal de conocimiento, a un modelo basado en el desarrollo de competencias en el estudiante, en el que el conocimiento deja de ser estable y escaso para exigir su ampliación y actualización de forma constante a lo largo de la vida y donde la institución educativa pierde su exclusividad a la hora de transmitir conocimiento e información. Todo ello hace necesario que el alumno alcance la capacidad para adquirir todos aquellos conocimientos, habilidades y actitudes que requerirá a lo largo de su vida en su formación académica o profesional, en definitiva, que “aprenda a aprender”. Las palabras de Peter Zumthor recogen esta actitud: Los jóvenes acuden a la universidad, quieren ser arquitectos o arquitectas, quieren averiguar si posee las cualidades para ello. ¿Qué es lo primero que se les transmite? Lo primero que se les ha de explicar es que no se encontrarán con ningún maestro que plantee preguntas ante las cuales él sepa de antemano la respuesta. Hacer arquitectura significa plantearse uno mismo preguntas, significa hallar, con el apoyo de los profesores, una respuesta propia mediante una serie de aproximaciones y movimientos circulares. Una y otra vez.4

NOTAS

1 Mies van der Rohe citado en NEUMEYER, Fritz: Mies van der Rohe, la palabra sin artificio. Reflexiones sobre arquitectura 1922/1968. Madrid: El Croquis Editorial, 2000, pág. 479

2 TRILLO DE LEYVA, Juan Luis: Razones poéticas en arquitectura. Notas sobre la enseñanza de proyectos. Sevilla, 1993, pág. 9.

3 ZAMBRANO, María: La cuba secreta y otros ensayos. Madrid: Endymion, 1996.

4 ZUMTHOR, Peter: «Enseñar arquitectura, aprender arquitectura», en Pensar la arquitectura. Barcelona: Gustavo Gili, 2004, pág. 55.

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