Barrio Las Viñitas, Unidad Vecinal Portales, Población Santa Adriana.
TRES ORÍGENES, TRES MIRADAS DE INTERVENCIÓN
Estrategias de Intervención Urbana en la Recuperación de Tres Barrios Críticos de Santiago.
Mónica Bustos Peñafiel. Arquitecta por la U. de Chile (1997), Doctora en Urbanismo y Ordenación Territorial por la Universidad Politécnica de Catalunya (2006) y actual coordinadora de los tres barrios críticos de la Región Metropolitana.
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Implementado por el Ministerio de Vivienda y Urbanismo como uno de los compromisos fundamentales del programa de Gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet para su periodo 2006-2010, es que aparece el Programa de Recuperación de Barrios «Quiero mi Barrio» (PQmB), teniendo como objetivo principal la construcción de propuestas de desarrollo urbano que apunten a una recuperación integral de unidades territoriales con problemas de deterioro físico y vulnerabilidad social.
Focalizado en 200 barrios del país, en el caso específico de la región Metropolitana, el Programa se centra en un total de 86 barrios de los cuales 3 corresponden a los llamados «Críticos»: La población Santa Adriana, la Unidad Vecinal Portales y el barrio Las Viñitas. Dicha diferenciación respecto a los otros 83 barrios llamados vulnerables, está dada, por una parte, por los altos montos de la inversión -con valores asignados entre los 7.000 mil y los 1.350 millones de pesos- para un Plan de Gestión de Obras y un promedio de 300 millones de pesos para abordar un Plan de Gestión Social. Otra de las razones que los diferencian, corresponde a aspectos como la gran extensión de sus superficies, con un mayor número de viviendas y población, lo que ha significado la implementación de un modelo de gestión de mayor complejidad. Sin embargo, condicionada por estas variables y otras que analizaremos a continuación, sin duda una de las principales diferencias radica en los altos niveles de complejidad habitacional, social o legal que presentan estos barrios como escenario para enfrentar una intervención de recuperación del espacio público.
Tres Orígenes, Tres Miradas de Intervención:
A partir de estas diferencias, en el marco del Programa de Recuperación de Barrios como programa de carácter piloto, a modo de aprendizaje resulta de alto interés realizar el análisis comparativo de los Barrios Críticos desde sus orígenes físicos y sociales, llegando a identificar los factores que hoy están determinando sus intervenciones (Imagen 1)
En este sentido, si bien los tres Barrios Críticos han sido abordados bajo la misma lógica de intervención definida por un modelo Integral de Recuperación de Barrios, el presente articulo quiere dar cuenta, cómo el origen de cada uno de éstos -ya sea, desde su morfología, estructura urbana o modelo Socio-Tipológico (1) bajo el cual fue construido, así como aspectos a nivel de la configuración socioeconómica y demográfica que hoy presentan- han determinado la necesidad de flexibilizar y singularizar el modelo intervención, el que ha debido ir adaptándose a la realidad y coyuntura de los mismos.
Centrados en el ámbito de la vivienda pública, de acuerdo a las principales políticas y programas de vivienda implementados que han caracterizado la historia habitacional de Santiago a lo largo del siglo XX, se puede distinguir la formación de diversos modelos Socio – Tipológicos en los cuales se han traducido dichas políticas.
De acuerdo a esta lógica, tanto la Población Santa Adriana como la Villa Portales -construidos entre 1954 y 1966-, aparecen bajo el modelo Socio Tipológico de las Arquitecturas Racionales (2). Bajo la necesidad de solucionar la problemática habitacional a través de la masificación de la vivienda, las nuevas tipologías ponen la mirada en las ideas del racionalismo, determinando el gran paso hacia el cambio morfológico de Santiago. A partir de ahora comienza la perdida de la manzana tradicional de 100 x 100 m., apareciendo un nuevo orden que plantea la ocupación de vacíos urbanos o áreas fronterizas con nuevas formas de agrupación que configurarán una nueva morfología de crecimiento urbano, caracterizando la primera periferia que desarrollará la ciudad.
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En este nuevo escenario, sin duda alguna la Unidad Vecinal Portales aparece como uno de los símbolos más emblemáticos en la búsqueda de materializar las ideas del movimiento moderno. Construido entre los años 1954 -1966 por los arquitectos Bresciani, Valdés, Castillo Velasco y Huidobro, para la caja de empleados particulares EMPART, el conjunto aparece como un proyecto focalizado para una clase media emergente con capacidad de ahorro. Dando cuenta de nuevos conceptos y estándares urbanos, el conjunto de 31 hectáreas desarrolla 1.860 viviendas distribuidas en 19 bolcks y 360 casas, plantea la ruptura con el tejido tradicional de la ciudad, con una arquitectura de edificios aislados emplazados en espacios abiertos de uso colectivo, introduciendo así un nuevo concepto entre lo público y lo privado, a través del diseño de espacios libres de propiedad comunitaria (Imagen 2 y 3). Desde la perspectiva del alojamiento masivo, a partir de ese momento se comienza a utilizar el concepto de unidad vecinal, se remplaza la manzana tradicional por una agrupación de bloques, la plaza contenida, por áreas verdes abiertas y la calle por circulaciones independientes de automóviles y peatones. Administrados por la propia EMPART bajo el modelo de responsabilidad compartida instaurado a través de la Ley de Co-propiedad, a partir de 1976 la dictadura militar disuelve legalmente la Caja de Empleados Particulares, reprimiendo todo tipo de organización. Esta situación, sumada al hecho de que en su período de construcción La Villa es inscrita parceladamente en el conservador de bienes de raíces -determinando la ausencia de claridad jurídica de la propiedad del suelo-, hacen que a partir de ese momento, poco a poco el conjunto vaya perdiendo la capacidad de autocuidado de su extenso territorio, comenzando a caer en un alto deterioro físico y una fuerte desarticulación social. Estos hechos marcan el quiebre de los principios de colectividad, iniciando un proceso de ocupación irregular de las áreas comunes las que poco a poco comienzan a ser privatizadas por viviendas de 1er. piso.
En el marco de la comparación, interesante es destacar la construcción de la Población Santa Adriana entre 1964-65, esta vez focalizada a una clase social de bajos ingresos. De la mano de la creación de la Corporación de la Vivienda CORVI en el año 1952, el conjunto se construye como respuesta a una demanda habitacional de familias que en ese momento se encuentran en una toma de terreno (3) como nuevo fenómeno de la época. Con un total de 2.698 viviendas, distribuidas en cuatro unidades territoriales menores según su construcción (sector B, C, D y Villa Las Palmeras), morfológicamente el diseño de la población responde a un criterio de racionalización como consecuencia de la reciente creación del Decreto con Fuerza de Ley DFL N° 2 de 1959 para viviendas económicas (4). A partir de ahora, la vivienda deberá reunir ciertas condiciones mínimas, implantando además en el diseño del conjunto mínimos como unidad de barrio, debiendo ser complementada con equipamiento básico para promover el desarrollo comunitario. Con lotes 9×18 que definirán la nueva organización del trazado, a partir de ahora, sobre una estructura urbana de un mínimo de calles, se agruparán múltiples manzanas menores, organizadas bajo un sistema de pasajes de orden básicamente ortogonal como nuevo concepto de circulación y acceso a las viviendas (Imagen 4 y 5).
Con una población de 12.227 habitantes, a nivel social, si bien el origen de su formación determinará un fuerte sentido de asociación comunitaria y organización social, con el golpe de estado de 1973 -que instala una fuerte represión en el barrio-, se inicia un proceso de repliegue de la población hacia el ámbito privado, con el consecuente abandono del espacio público. Con la llegada de la democracia, sumada a las condiciones de pobreza en que se encuentra la población, se hace evidente el estado de vulnerabilidad social, que, de la mano del ingreso de armas al la población, va consolidando un contexto en el cual la organización para el delito y el narcotráfico adquiere mayor fuerza, transformándose cada vez más en una real opción para familias pobres y jóvenes en condiciones de abandono (5), determinando una alta fragmentación social y una pérdida del sentido de pertenencia.
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Si dentro de la comparación tenemos que referirnos al Barrio Las Viñitas, las diferencias serán significativas en relación a los otros dos barrios. Construida durante los años 1984 y 1985 -cuando el sector privado se constituye como diseñador y constructor de vivienda social-, el barrio Las Viñitas es construido bajo concepto de Vivienda Mínima como nuevo modelo Socio-Tipológico que se implanta durante la dictadura. Con un emplazamiento periférico y discontinuo en relación a la estructura urbana de la ciudad, el conjunto se compone por tres poblaciones: Viñita I, Viñita II y La Hondonada, con un total de 67 bloques que suman 1.029 departamentos donde habitan unas 3.600 personas (Imagen 6 y 7). Entregadas en algunos casos bajo el subsidio de vivienda básica, y en otros, para familias erradicadas de distintos sectores de la ciudad, la población se caracterizará por un alto nivel de desarraigo, una fuerte fragmentación social y una baja capacidad de organización, como elementos que han ido fomentando su deterioro. Cabe destacar como nuevo componente asociado a la construcción del barrio, su subdivisión en 10 territorios de co-propiedad independientes definiendo un 74,7% de sus 6, 6 há. bajo este régimen jurídico, versus el bajo porcentaje de suelo destinado a Bien Nacional de Uso Público (BNUP).
Esta situación, sumada al hecho de que la gran mayoría de las viviendas han realizado ampliaciones irregulares, apropiándose de los espacios comunes y poniendo en riesgo la estructura de los bloques, han determinado la alta situación de deterioro en que se encuentra el barrio. El desgaste ambiental es también un agravante de su situación de precariedad, pues la escasez de áreas verdes y la presencia de vertederos clandestinos, plagas, el acopio de desechos en espacios comunes, así como la presencia de sitios abandonados e inseguros, influyen negativamente sobre la percepción y el sentido de pertenencia de sus habitantes en relación al barrio (6). Lo anterior, determinado por el régimen de co-propiedad que rige al conjunto, en el cual los vecinos deben hacerse cargo de la mantención de los espacios comunes, sin tener la capacidad organizativa, económica, ni la participación comunitaria que implica una administración de este tipo han venido a consolidar el deterioro generalizado del barrio.
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Metodología de Intervención:
Desde una mirada metodológica del PQmB los barrios inician el proceso de recuperación urbana con equipos profesionales en terreno bajo un mismo modelo que propone 3 fases intervención. La Fase I, de la mano de un proceso de inserción de los equipos, plantea el desarrollo de un diagnóstico técnico urbano y la realización de un diagnóstico compartido, identificando las principales problemáticas asociadas al estado físico y social del barrio, así como los principales detonantes de su situación. A partir de este diagnóstico, se formula la llamada Meta Integral de recuperación del barrio como un instrumento que sustentará la formulación del Plan Maestro de iniciativas Físicas y el Plan de Iniciativas Sociales, como guías de la intervención integral. Compuesto por un Plan de Gestión de Obras, dicho Plan Maestro quedará plasmado en una imagen objetivo de recuperación física, identificando los proyectos que se han priorizado en decisión conjunta con los vecinos, dentro de los cuales destaca la llamada Obra de Confianza, cuyo fin será encauzar la atención, motivación y credibilidad de la comunidad con el PQmB. El Plan de Iniciativas Sociales compuesto por un Plan de Gestión Social irá asociado al sistema de trabajo que se desarrollará en el barrio en conjunto con el Consejo Vecinal de Desarrollo (CVD) como organismo representativo de la comunidad barrial. A partir de la formulación del PGS y el PGO validados por los vecinos, se firma lo que se ha llamado el Contrato de Barrio como el compromiso que el Estado establece para su implementación en común acuerdo con los vecinos.
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Como consecuencia de la firma del Contrato de Barrio se inicia la Fase II como período de implementación del PQmB, en la cual se deberá diseñar y ejecutar los proyectos e iniciativas sociales, implementando un trabajo periódico y directo con el CVD y las organizaciones, fortaleciendo a la comunidad local. Una vez finalizada esta fase, metodológicamente el PQmB plantea una Fase III de evaluación de la intervención, donde se espera haber alcanzado la calidad de vida de los vecinos y vecinas, así como la proyección del barrio en la solución de problemáticas de largo plazo, buscando dejar instalada la multisectorialidad y velando por la sustentabilidad de los proyectos. (Imagen 8)
De acuerdo a esta implementación metodológica de recuperación urbana, el análisis de cada uno de los casos dará cuenta cómo en el caso de los Barrios Críticos el modelo de intervención ha debido adaptarse a las singulares realidades y trayectorias de éstos escapado a la naturaleza del PQmB. En este sentido, ya en el proceso de firma de contrato de barrio podemos advertir las primeras necesidades de adecuación de la metodología a la realidad y complejidad de éstos a la hora de poder intervenir en el espacio público. Y es aquí donde, a partir de la realidad de los tres orígenes descritos, los equipos de barrio han debido ir buscando miradas de intervención singulares y estratégicas de acuerdo a cada realidad.
El caso Santa Adriana:
Desde el punto de vista de la realidad morfológica y la estructura del barrio, Santa Adriana presenta un escenario con características urbanas de gran calidad a la hora de realizar una intervención. Con áreas de centralidad claramente definidas, la plaza central, el colegio, comercio, carabineros, etc. y el acceso principal a la población, el barrio cuenta además con una estructura consolidada de calles y pasajes con amplias platabandas y áreas dispuestas para su intervención (Imagen 9). Al mismo tiempo, se debe valorar también la claridad jurídica del suelo que presentan los espacios públicos prácticamente en la totalidad del territorio, los que, a diferencia de Villa Portales y Las Viñitas, cuentan con un alto porcentaje de suelos en calidad de BNUP y a penas un pequeño porcentaje en situación de Co-propiedad, correspondiente a la Villa Las Palmeras como un nuevo conjunto habitacional construido en el año 1985 con similares características que el barrio Las Viñitas.
Sin embargo, frente a esta situación de claridad jurídica y riqueza urbana, en el marco del diagnóstico social del barrio, las problemáticas aparecen desde otro frente como es la situación de delincuencia que hoy enfrenta la población debido al alto nivel de delito y narcotráfico que se desarrolla en su interior, determinando el mal uso del suelo y diversas patologías de comportamiento asociadas a un alto nivel de violencia, que han venido a crear una sensación de inseguridad de la población en el uso del espacio público.
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A partir de esta realidad, la meta integral de la Población Santa Adriana, se ha planteado apuntando a una doble dimensión: contribuir a reparar Tejido Social y revalorizar la Trama Urbana, donde la resignificación del espacio público ha pasado a ser el principal foco de atención de la intervención, con el objetivo de mejorar y rehabilitar las áreas de uso público, crear y favorecer espacios de encuentro, configurando espacios públicos amables que colaboren en recuperar las confianzas, fortalecer los vínculos, mejorando la autoimagen y el sentido de pertenencia. Con estas premisas, a lo largo del trabajo de gestión urbana y participación vecinal, el Plan Maestro se ha ido enriqueciendo, determinando la articulación de siete intervenciones en un sólo gran proyecto de Mejoramiento del Espacio Público, que logra integralidad y continuidad en la propuesta (Imagen 10). Uno de los principales aspectos que dan cuenta de los resultados del proyecto, ha sido el fuerte dominio y conocimiento de éste por parte de los vecinos que participan en el CVD, quienes han colaborado en el enfoque y priorización de las necesidades del barrio, validando la propuesta final proyectada. En consecuencia, se puede preveer que esta iniciativa podrá tener un alto impacto en tanto se ha desarrollado como un proyecto integral de diseño urbano que valora sus áreas de centralidad, la morfología de sus ejes estructurantes con la sumatoria de sus pasajes, los que han sido trabajados por medio del diseño del paisaje, la localización de mobiliario urbano, vegetación e iluminación.
Sin embargo, en el caso de la Santa Adriana, con un diagnóstico que da cuenta que su principal problemática está relacionada con la seguridad pública, debemos señalar la necesidad de fortalecer la intervención del espacio público con un trabajo articulado e intersectorial, en la búsqueda de competencias que escapan al PQmB. En consecuencia, esta necesidad nos llama a la formulación de un trabajo concertado de actores de carácter interdisciplinario, que desde los diversos programas y servicios del Estado apoyen recuperación integral de la Población, aportando desde sus distintas miradas al trabajo de reparación del tejido social y disminución de la delincuencia.
El caso Villa Portales:
Sin duda que la gran problemática de la Unidad Vecinal Portales está marcada transversalmente por la indefinición de la propiedad jurídica del suelo, lo que ha determinado una gran diferencia con Santa Adriana a la hora de planificar su intervención. Inscrita parceladamente en el conservador de bienes raíces en su período de construcción, actualmente el conjunto no cuenta con un claro registro de lo que corresponde a co-propiedad o BNUP, determinando el funcionamiento de una precaria organización que cuenta con un comité de administración para los 19 blocks existentes -de los cuales 4 se autoadministran-, y que a su vez, no incluye a las viviendas ni logra preocuparse de las amplias áreas colectivas (Imagen 11). Otro hecho significativo a la hora de plantear la intervención en el barrio ha sido el alto deterioro que presenta la infraestructura de vivienda en su interesante arquitectura patrimonial: en sus circulaciones, sus techumbres, sus fachadas con sus emblemáticas celosías y en sus ductos de ventilación como un hecho muy sentido en la comunidad por la obsolescencia de los mismos.
De acuerdo a esta realidad y la singular morfología de su estructura urbana -reflejo de los principios del movimiento moderno-, la elaboración del Plan Maestro de intervención ha sido planteado de manera integral definiendo cuatro Unidades de Proyectos, que abordan dentro de su formulación la problemática habitacional. La primera Unidad de Proyectos está referida al mejoramiento de veredas y borde perimetral de la estructura de calles del barrio, como único elemento que se encuentra en calidad de BNUP. Una segunda Unidad de Proyectos, esta referida a la recuperación de las áreas residenciales, como el gran territorio de tránsito cotidiano en directa relación con el acceso a las viviendas. La tercera Unidad de Proyectos está referida al área colectiva del barrio, que, como centro y corazón del conjunto, cuenta con un vasto territorio donde se han proyectado los equipamientos con un área comercial, un centro comunitario, un área deportiva y una gran plaza central articulada por el paseo «Oriente-Poniente» como gran espacio verde. Finalmente, como cuarta Unidad de Proyectos se ha definido la infraestructura de vivienda, que da cuenta de la necesidad de abordar el alto deterioro en la emblemática arquitectura racional de sus Blocks.
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En relación a las áreas residenciales, una vez desarticulada la organización social, a partir de 1976 muchas de las familias del primer nivel de casas y departamentos poco a poco fueron haciendo apropiaciones irregulares con el fin de darles mantención y cuidado, pero de las cuales hoy no se quieren desprender. De acuerdo a esto, entendiendo que la gran problemática del barrio está determinada por la ausencia de un marco legal que defina la propiedad de la tierra, como metodología de intervención en dichas áreas, se ha desarrollado en conjunto con los vecinos, un trabajo de diseño que se ha ido estableciendo, de manera muy frágil, por la lógica de los acuerdos. Bajo el objetivo de generar un ordenamiento territorial que busca recuperar aquellas áreas ocupadas irregularmente, por medio de un trabajo de diseño participativo con vecinos de cada sector se han ido tomando acuerdos para el mejoramiento del entorno residencial, lo que además de los resultados en el diseño del espacio colectivo, ha significado una fuerte reactivación social de la comunidad (Imagen 12).
Por otra parte, entendiendo que el PQmB está focalizado principalmente al mejoramiento del espacio público, a partir de la mirada integral del barrio -que considera todas las problemáticas para su recuperación-, tanto el mejoramiento de la infraestructura de vivienda como la necesidad de formalizar la co-propiedad, se han planteado buscando la articulación con otros programas del menú que presenta el Ministerio de Vivienda y Urbanismo, donde el PQmB se ha comprometido a realizar una serie de estudios y diseños que servirán de insumo para dichos programas o fuentes de financiamiento, focalizados en la ejecución de dichas soluciones.
El caso Las Viñitas:
En el caso del barrio Las Viñitas, ya en el ingreso del programa surge la fuerte demanda de evaluar estructuralmente los blocks de viviendas. De acuerdo a esto, por demanda de los propios vecinos y el municipio, se solicita la firma de un Contrato de Barrio parcial y condicionado. Este es ya el primer punto de variación de lo que se establecía como modelo de intervención. De esta forma, dentro de los proyectos y ámbitos asociados al contrato de barrio se incorpora un estudio, que después de 5 meses de ejecución devela que efectivamente los blocks presentan un grado de deficiencia estructural, fundamentalmente como consecuencia de las propias intervenciones de los vecinos, recomendando técnicamente refuerzos perimetrales y la necesaria eliminación de volados y ampliaciones (Imagen 13). Sin embargo, entendiendo que el barrio además presenta un abanico de problemáticas asociadas a la habitabilidad del conjunto, a nivel ministerial se decide dar otro marco a la solución estructural. Es por ello que a modo experiencia piloto, mediante una solución de mayor impacto, se plantea la idea de poder solucionar integralmente todas las problemáticas asociadas a la vivienda, como la mínima superficie, el hacinamiento o el alto nivel de deterioro de los sistemas de instalaciones sanitarias, buscando mejorar simultáneamente el espacio público del barrio carente de estructura urbana, espacios de encuentro y con un elevado nivel de deterioro ambiental.
A partir de esta nueva mirada, se plantea la necesidad de construir un nuevo barrio en un nuevo terreno, mediante una intervención urbano-habitacional integral, fundada en las características de la nueva política habitacional. Con el compromiso ministerial de otorgar un subsidio habitacional a cada una de las familias propietarias, en el marco de este nuevo desafío, la intervención del barrio Las Viñitas debe ser trasladada a SERVIU (7) como nueva plataforma de intervención, en tanto es ahí donde se encuentran los instrumentos para ello. A partir de este momento, bajo la lógica de una intervención no tradicional -que vaya tomando decisiones en conjunto con la comunidad-, aprovechando el conocimiento cercano que han logrado los profesionales del PQmB con los vecinos, se decide trasladar el equipo de barrio a SERVIU constituyendo una nueva mirada para la intervención.
Con nuevo escenario, en un momento en que la comunidad siente un alto grado de fragilidad e incertidumbre, como objetivo central se comienza a trabajar fortaleciendo un discurso común que llegue a todos los vecinos, con la comprensión de las acciones que se tomarán. Para ello, paralelo a la definición y diseño de las alternativas de solución, se han realizado diversas mesas técnicas con vecinos del CVD, delegados y el municipio buscando definir en conjunto las estrategias a seguir, que se han traducido en: asambleas por sector; asambleas con autoridades; boletines informativos; la aplicación de un catastro para saber la situación de cada una de las familias en relación a la propiedad de la vivienda y una serie de jornadas de capacitación a los delegados, quienes han pasado a ser los principales comunicadores de la información al resto de vecinos.
Finalmente, si podemos referirnos a aquellos requerimientos que de alguna manera fortalecerán la intervención como experiencia piloto, podemos advertir la necesidad de: formular la solución en conjunto con las familias, mantener la presencia de un equipo interdisciplinario con presencia en terreno, entregar asesoría jurídica que trabaje las soluciones y alternativas de las familias caso a caso, fortalecer las organizaciones y actores que han condicionado la intervención, dar continuidad a las comisiones de trabajo que se han constituido en el marco del PQmB relacionadas con comunicación, cultura, deportes, infraestructura, salud, etc., a modo que sigan involucrados apoyando ahora el proceso de constitución de un nuevo barrio.
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A modo de Conclusión:
A partir de la mirada de estos tres barrios de alta complejidad, en el marco de un programa piloto, a modo de conclusión podemos advertir la necesidad de reconocer ciertas variables a ser consideradas en su doble dimensión física y social a la hora de realizar una intervención de Recuperación urbana.
a) Como primera cuestión, tal como ha querido dar cuenta el presente artículo, cada barrio requiere una intervención diferente de acuerdo a su realidad. Se comprueba la incompatibilidad de trabajar con un modelo de intervención rígido, en tanto cada barrio tiene complejidades singulares, desde la situación legal de su territorio, la situación habitacional, las demandas sentidas por la comunidad, la coordinación de los actores involucrados o el escenario social -cuyo tiempo en el proceso de inserción o acercamiento a la comunidad será relativo a cada realidad-, por nombrar algunas problemáticas que deberán ser consideradas momento a momento al ir realizando el proceso de intervención urbana.
b) A partir de esta constatación, dada la experiencia del barrio Las Viñitas y lo incierto que puede resultar la ruta a recorrer en la intervención de un barrio de alta complejidad, es recomendable la firma de Contratos de Barrios parciales que se vayan concretando poco a poco, de a cuerdo a las prioridades y acuerdos cumplidos por las ambas partes, vecinos y Estado.
c) Se comprueba la necesidad de abordar paralela y articuladamente el ámbito habitacional en las intervenciones. Generalmente en barrios de alta criticidad, las problemáticas suelen estar asociadas como primera demanda de la comunidad en torno a la vivienda. De acuerdo a esto, un programa de recuperación del espacio público deberá considerar su articulación dirigida con los planes y programas que puedan simultáneamente dar una solución a dichas problemáticas. Esto favorecerá la confianza de los vecinos para la intervención en el barrio.
d) Bajo el mismo objetivo, se comprueba la ventaja de abordar la Obra de Confianza u obra de inicio, no sólo como un instrumento que encauzará la motivación y credibilidad de la comunidad, si no que también como la posibilidad de instalar entre los vecinos la idea de co-gestión, cambiando la visión de un modelo definido sólo por el factor tiempo o inversión, a la oportunidad simultánea de probar lo que puede hacer la comunidad con apoyo, validando y trabajando asociativamente.
e) Se reconoce la necesidad de trabajar la intervención desde una mirada territorial más amplia al polígono de un conjunto habitacional, esto es la definición de un territorio mayor, donde los cambios físicos así como la instalación de equipamientos sean de un mayor impacto social, un área donde los vecinos se sientan reconocidos, donde encuentren satisfacer todas las necesidades de servicios mínimas, contribuyendo a definir la identidad de un sector.
f) Se comprueba la necesidad de fortalecer el trabajo concertado de actores en la definición, diseño e implementación de las soluciones, mediante la articulación de instituciones y programas públicos y privados; desde la gestión de la intervención: entre quienes diseñan, ejecutan, financian, y entre quienes las mantendrán activas, tanto en su administración como en el apoyo al fortalecimiento de la comunidad en el nivel de organización y el uso del espacio público y los equipamientos.
g) Se reconoce al gobierno local como imprescindible en la recuperación de una pieza urbana, comprobando la necesidad de fortalecer el entendimiento que conlleva un programa enfocado a la recuperación urbana en sus dimensiones física, social e intersectorial.
h) Se comprueba la necesidad de incorporar la mayor cantidad de herramientas e instrumentos de trabajo que articulados fortalezcan el éxito de las intervenciones: Sistemas de Información Geográfica (SIG), Plan Regulador Metropolitano, Plan Regulador Comunal, censos, etc.
i) Se plantea la necesidad de entender el factor tiempo no como limitante, sino como herramienta de programación de los procesos, proyectando la intervención en periodos flexibles según sea necesario. Un programa de recuperación urbana conlleva además de la recuperación física de un territorio, un proceso social asociado que viene a justificar y validar la intervención, pero que sin embargo, requiere de mucho más tiempo que la construcción de una obra física, pudiendo ser más lento e impredecible.
En consecuencia, se comprueba que si bien siempre es necesario establecer un modelo como guía de una intervención urbana, en barrios de alta criticidad, debido a sus complejidades, permanentemente se deberán ir estableciendo estrategias de acción que irán modificando dicho modelo en favor de la intervención. Finalmente, si a partir del análisis de cada uno de estos tres casos, el presente artículo abre una mirada hacia la incorporación y valoración de sus experiencias, habremos contribuido eficazmente a la discusión que vaya aportando en la formación de entornos mixtos, en oposición a la fragmentada estandarización urbana y humana de nuestras ciudades.
(1) El concepto de Modelo Socio-Tipológico ha sido desarrollado por la autora en su tesis doctoral: «El Proyecto residencial en baja Altura como Modelo de crecimiento urbano: Santiago de Chile y su Política de vivienda en el Último Cuarto de Siglo». Año 2006. Universidad Politécnica de Catalunya. Barcelona. España. (2) SAN MARTÍN, Eduardo. «La Arquitectura de la Periferia de Santiago. Experiencias y Propuestas». Ed. Andrés Bello 1992. Santiago de Chile. (3) El fenómeno de las «Tomas de Terreno» aparece a nivel urbano a finales de los años 50, detectando un aumento progresivo en 10 años: con 23 casos en 1969, que se dispara en 1970 a 200 casos previo al comienzo de la administración de S. Allende. (4) Impulsando la construcción de vivienda masiva de bajo costo, a partir de la creación del DFL Nº 2, se entiende por Vivienda Económica «aquella que tanto en las condiciones sociales, económicas, técnicas y de higiene y salubridad cumpla con las normas establecidas en la Ordenanza de Urbanización y Construcciones Económicas». |
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Mónica Bustos Peñafiel. Es arquitecta por la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile, 1997. Doctora en Urbanismo y Ordenación Territorial por la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona, UPC, 2006. Actualmente es coordinadora de los Tres Barrios Críticos de la región Metropolitana, en el marco del Programa de Recuperación de barrios del Ministerio de Vivienda y Urbanismo MINVU. |
OPINIONES Y EXPERIENCIAS:
SOBRE LA EXPERIENCIA DEL PROGRAMA EN LA UNIDAD VECINAL PORTALES.
Al estar trabajando en el programa Quiero Mi Barrio (consultora EQUIPO 4 S.A.), específicamente en el Plan de gestión de obras, un día de actividades enmarcadas en los talleres de diseño participativo en la Unidad Vecinal Portales, un vecino me pregunto ¿usted cree realmente en las intenciones de este Programa y del ministerio? Con un tono mas bien sarcástico e irónico ya que se discutía sobre temas mas bien difíciles para la comunidad, a lo cual le respondí pausadamente, que efectivamente creía y creo en el espíritu del Programa, pero dicha pregunta genero en ese momento en mi mente algunas dudas sobre los trechos que se van construyendo entre las ideas y bases de las políticas públicas de esta envergadura y las formas en que se articulan y se traspasan en la practica o mejor dicho como se adaptan a la realidad particular de cada locacíon, barrio, pasaje o calle.
Frente a lo anterior, la experiencia de Portales, bajo cualquier arista fue un proceso de aprendizaje potente y apasionado que establece nexos inexplorados y difíciles de dimensionar cuando recién se ejecuta, pero desde la perspectiva vivencial de programas de diseño y decisión participativa, la principal arma para poder ejecutar cualquier tipo de plan o iniciativa, es la construcción de confianzas y con ello condicionar futuras negociaciones para y con los vecinos. Esto se fundamenta desde la base que el programa Quiero mi Barrio en términos exactos, desembarca y se hace responsable de la mala carga histórica en el desarrollo de políticas de vivienda en nuestro país donde el problema no se particulariza esencialmente la calidad constructiva y espacial de la vivienda en si, sino que engloba al entorno donde se emplazan y se desarrollan los habitantes y familias pertenecientes a conjuntos económicos y sociales, por lo tanto interviene y trata de modificar formas de vida que se han consolidado en el transcurso y evolución de la vivienda masiva en Chile.
Es así, y reafirmando la idea fundamental para los logros del PQmB, es que los cimientos para efectivizar este programa, y para que fundamentalmente consiga convertirse en política pública, son los lasos de confianza que puedan establecerse entre vecinos y a su vez, los vecinos con los equipos técnicos, equipos sociales y autoridades que intervengan en un barrio determinado. Es ese punto la piedra angular de toda buena gestión que debiese ser articulada con compromisos reales y establecimiento de plazos de relativa cordura, es así que se hace imprescindible mejorar ese marco de acuerdos (contrato de Barrio) efectuando un lenguaje claro y preciso, dando responsabilidades a todos los actores involucrados y que ello logre un proceso de agilizarmiento de los distintos campos de acción del PQmB, ya que efectivamente, se han descubierto en la practica procesos, que dadas distintas circunstancias y factores se han atrasado y retrasado otros productos, por lo tanto, se va produciendo un efecto domino que termina por afectar las confianzas, ya que no se pueden cumplir con los plazos y los habitantes se comienzan a intranquilizar al ver que las obras no se ejecutan o se ejecutan tardíamente, lo que implica un daño irreparable para conjugar voluntades frente a un objetivo común que es el mejoramiento de los entornos, de los habitats y finalmente el mejoramiento de la vida de sectores sociales vulnerables a distintas patologías. Finalmente y reforzando la idea anterior, es fundamental que se creen herramientas para efectuar la agilización y «modernización» del programa, que a pesar de ser una iniciativa relativamente nueva, lamentablemente debe cargar con la histórica y no bien evaluada burocracia en los procesos estatales, esto ayudaría a establecer flujos de información rápidos y confiables entre actores técnicos y vecinos, conquistar a los vecinos inseguros e incrédulos del programa, transformándolos en aliados e instándolos a que participen activamente en los talleres, reuniones y actividades y finalmente generar la siempre bien ponderada Transparencia en procesos y obras de fondos estatales.
Una vez que vislumbré esta serie de conceptos y mejoras para el sistema, reafirme mi fé en el PQmB, ya que se podría decir que esta iniciativa responde a la máxima expresión de la democracia, ya que establece lazos de participación y confianzas ciudadanas inigualables, donde ciudadanos tiene la posibilidad de intervenir directamente en su espacio comunitario, mejorándolo con herramientas que el estado les brinda.
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Santiago Ignacio Soto Sáez |