Junto a plataformas apropiadas y recursos tecnológicos adecuados, los contenidos adquieren especial relevancia al convertirse en pieza esencial de toda solución de e-learning: son elementos claves que aportan valor y diferenciación, además de ser en gran medida los responsables del éxito o fracaso de la transmisión de conocimientos.
¿Quién produce contenidos? ¿Bajo qué criterios? ¿Para satisfacer qué demanda? ¿Con qué nivel de calidad? Las respuestas a estas preguntas son ineludibles a la hora de evaluar la situación actual de la industria de contenidos digitales, un factor que es decisivo en todo desarrollo de un curso de educación on-line.
A pesar de vislumbrar un futuro auspicioso, lo cierto es que la industria de contenidos no ha sido ajena a los problemas que debió afrontar el mundo del e-learning en los últimos años, entre ellos la existencia de un mercado potencialmente enorme pero todavía pequeño y virgen, el surgimiento de expectativas de crecimiento y de resultados desmesuradas y la necesidad de realizar una enorme tarea de evangelización que recién ahora parece comenzar, poco a poco, a dar sus frutos.
“Una vez que el mercado se ha asentado y el e-learning se ha integrado como un canal más de formación en el ámbito empresarial y personal, podemos esperar un crecimiento saludable de la industria de los contenidos, que es el segmento de la formación on-line con mayor tamaño y que goza de mejor salud”, opinó desde sus oficinas madrileñas Carlos Arroyo, director general de Santillana Formación. Por su parte, Santiago Subotovsky, presidente de AXG Tecnonexo, señaló que “la industria de los contenidos digitales específicamente para e-learning está creciendo a un ritmo acelerado, sobre todo en países más desarrollados en los que grandes empresas e instituciones de gobierno ya invirtieron en optimizar sus plataformas”.
De acuerdo al directorio de empresas de e-learning realizado este año por la consultora Brandon Hall, especializada en aplicación de la tecnología en el aprendizaje, de las 1.062 compañías mencionadas 549 declararon tener un área de desarrollo de contenidos a medida y casi un centenar se definieron como especializadas en dicha industria. Por otra parte, si se piensa en los componentes esenciales de un proyecto de e-learning, los contenidos abarcan el 60 por ciento de la industria, seguido de otros factores como los servicios (consultoría y tutorías) con un 30 por ciento y la infraestructura (plataformas, servidores, tecnologías), con un 10 por ciento. Estos datos muestran la importancia de la industria de contenidos digitales dentro del marco general de la formación on-line.
Considerada una de las áreas del e-learning con mayor potencial de crecimiento en los próximos años, la mayor demanda parece concentrarse en los contenidos “a medida”. Según Subotovsky, “la especialización y particularidades de cada organización requieren un grado de adaptabilidad que los contenidos tradicionalmente enlatados no pueden ofrecer”. Arroyo, que también coincidió con que hay un gran volumen de mercado en los desarrollos a medida, donde el cliente precisa formación sobre un tema muy específico, agregó que, en general, los contenidos más demandados son aquellos que tienen un vínculo más inmediato con el medio a través del que se ofrece la formación, esto es, aquellos que tienen que ver con el ordenador o la red: ofimática, uso de aplicaciones informáticas, correo electrónico, entre otros. A continuación, de acuerdo a Arroyo, están los idiomas, que se benefician notablemente de las posibilidades multimedia que permiten los ordenadores.
De la mano de una mayor demanda de contenidos a medida, la tendencia parece alejarse de la producción “in house” hacia la tercerización en empresas especializadas, que cada vez más comienzan a definirse y ser conocidas como “Factorías de Contenidos” o “Content Factory”. Las ventajas suelen ser un mejor aprovechamiento de tiempos y menores costos, sin que ello implique descuidar la calidad. “La producción in house de contenidos es algo que sólo las mayores empresas se pueden permitir, y ni en estos casos está claro que justifique sus costes”, dijo Arroyo. “Seguramente veremos cómo la tendencia a producir los propios contenidos va decreciendo a medida que la industria se afianza, en favor de externalizar el diseño y producción de los contenidos”, añadió.
Una industria en crecimiento
Entre las estrategias necesarias para impulsar la industria de creación de contenidos, más allá de todas las iniciativas orientadas a potenciar el uso del e-learning en las empresas, organismos públicos y universidades, Arroyo destacó la necesidad de aprovechar la oportunidad que ofrece el español como lengua y nexo de unión de casi cuatrocientos millones de personas y el enorme mercado potencial que esto supone para los creadores de contenidos en español a ambos lados del Atlántico. “Numerosas empresas están comercializando ya sus contenidos simultáneamente en varios países hispanoparlantes, aprovechando la ventaja que supone que todos compartamos el mismo idioma”, apuntó.
Subotovsky, en cambio, consideró que el factor más importante en este momento pasa por desarrollar “compelling content” o contenido atractivo para las soluciones de e-learning, sin descuidar el aspecto pedagógico de los contenidos: “son muchos los casos en que se aprovechan las ventajas de la tecnología en detrimento del principal objetivo de estos objetos didácticos: el aprendizaje”.
Entre los obstáculos que frenan el crecimiento del sector, los especialistas mencionaron errores cometidos por las propias empresas que desarrollan los contenidos. Según Arroyo, uno de los más frecuentes es el de reutilizar en formato digital el contenido formativo que ha sido desarrollado originalmente para clases presenciales: “transferir sin más los contenidos de un formato al otro es una receta para el fracaso”. También señaló que otro descuido muy frecuente entre los proveedores es asumir que los alumnos están más familiarizados con el nuevo medio de lo que realmente están, lo que lleva a olvidar la necesidad de realizar una labor de comunicación importante al inicio de toda actividad formativa.
Subotovsky se concentró más en la cadena de producción y puntualizó que algunos de los problemas consisten en dejar de lado el aporte de la instrucción pedagógica y la utilización de una metodología inadecuada de trabajo: “cuando las empresas proveedoras tienen en mente una relación a corto plazo generalmente emplean la metodología del daily build, que genera excesivas iteraciones y retrabajos, incrementando los tiempos y por ende los costos”.
Calidad: cómo medirla
Cada vez más, la necesidad de medir la calidad de los contenidos digitales para e-learning se vuelve indispensable. “Las métricas son fundamentales para obtener resultados no sólo cualitativos sino cuantitativos en los proyectos de e-learning”, aseguró Subotovsky.
Arroyo, por su parte, explicó que desde su punto de vista es preciso tener en cuenta tres parámetros centrales para poder medir la calidad de cualquier contenido formativo: la satisfacción del alumno, el grado de aprovechamiento de la acción formativa, y hasta qué punto es transferible lo aprendido al puesto de trabajo.
Estándares: ser o no ser
La producción de contenidos digitales ajustados a estándares que permitan la portabilidad entre sistemas y la reusabilidad de los objetos de aprendizaje en diferentes entornos se ha vuelvo un tema controversial.
Para Arroyo, la utilización de estándares tiene una importancia relativa ya que, por un lado, los estándares son sólo parte de unos requisitos de personalización mucho más amplios y, por el otro, aún no existe un estándar real aplicable al e-learning. “Es posible que el momento en el que los estándares se unifiquen no esté muy lejos en el futuro, pero hasta que ese paso no se dé, la importancia de los estándares en el mercado va a ser secundaria”.
Por el contrario, según Subotovsky, el manejo de estándares internacionales como SCORM e AICC es fundamental para el desarrollo de contenidos. Sin embargo, aclaró que “lo más importante es tener el conocimiento para tomar la decisión acertada, y decidir en qué casos es necesario utilizarlos y en qué casos es más eficiente el desarrollo de estructuras propietarias”.
Claves para el futuro inmediato
“Hoy en día tenemos los medios adecuados para proporcionar un contenido de calidad a los estudiantes, por lo que los problemas proceden de otros ámbitos. Primero, producir ese contenido de calidad es caro, y a veces es complicado que el comprador o el consumidor comprendan las ventajas que han producido el sobrecoste. Por otra parte, abundan ofertas de baja calidad y muy bajo precio que, bajo la etiqueta de e-learning, están confundiendo a los compradores y haciendo mucho daño a la industria”, sintetizó Arroyo.
Evidentemente, uno de los puntos centrales en la consolidación de la industria de contenidos consiste en asegurar que los productos realmente alcancen niveles de calidad adecuados. Éste, tal vez, sea uno de los desafíos más urgentes. Desafío que, en gran medida, no sólo es responsabilidad de los proveedores sino también de los que demandan sus servicios.
FADU-UBA, una experiencia de desarrollo a partir de lo pedagógico
En un trabajo conjunto con profesores de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la UBA, e-dactica diseñó e implementó dos cursos que forman parte de la currícula de grado de la carrera de Arquitectura. El foco estuvo puesto en los aspectos pedagógicos y los resultados son altamente satisfactorios.
A partir de su experiencia en el desarrollo de cursos a distancia de extensión universitaria y capacitación profesional y como una forma de aportar soluciones frente a la masividad de sus carreras, la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU) de la Universidad de Buenos Aires (UBA) decidió implementar la posibilidad de cursar on-line dos de las materias de Arquitectura.
El primer paso hacia la virtualidad se dio en marzo de 2001 con el lanzamiento del curso on-line de la materia Diseño Asistido por Computadoras, una asignatura optativa pero cada vez más elegida por los alumnos, ya que enseña mediante la herramienta AutoCAD, un software de conocimiento imprescindible para el desempeño profesional. Frente a un alumnado en aumento y a la necesidad de que todos ellos estuvieran frente a una computadora para poder seguir el dictado de la materia, la infraestructura de la facultad se volvió insuficiente.
Con escasos conocimientos y recursos para desarrollar por sí misma el curso on-line, la FADU buscó el apoyo de una empresa que se asociara al proyecto. “La parte técnica y de diseño, tanto de la plataforma como del curso en sí mismo, la hicimos nosotros, pero todo el desarrollo pedagógico corrió por cuenta de ellos, por supuesto con nuestra ayuda y asesoramiento integral”, explicó Anthony Montalvo, CEO de e-dactica. La facultad no debió sacrificar parte de su presupuesto en esta iniciativa, ya que sólo invirtió en horas de trabajo de sus docentes para elaborar contenidos, mientras que los costos de tecnología y programación corrieron por cuenta de e-dactica.
Bajo la dirección del arquitecto Jorge Sorhanet, poco a poco el curso fue tomando forma. José María Galeano, director de Desarrollos Educativos de e-dactica, explicó que la base del curso es la materia presencial pero que la batería de ejercicios es absolutamente nueva y que la presentación de contenidos y las explicaciones se cambiaron en su totalidad. “Principalmente se incorporaron animaciones que están programadas para mostrar una secuencia de uso de AutoCAD, que tuvieron que ser pensadas, diseñadas y modificadas con cada experiencia y para cada tema en particular del curso”. Por estas razones el proyecto tuvo muy poco de desarrollo en escala, ya que fue preciso trabajar por separado con cada uno de los temas y para cada uno de ellos encontrar la forma más adecuada de transmitirlo. “El curso tiene una variedad muy amplia de contenidos, con diferentes estrategias didácticas y distintos modos de presentación, que es lo que hubo que ir trabajando continuamente con los docentes, que eran quienes lo iban probando e iban evaluando”.
Por otra parte, también fue preciso crear herramientas específicas para la plataforma de e-learning, que incluyen, por supuesto, la gestión y la administración del curso, para las que se debió contemplar la masividad de la materia y la necesidad de llevar un registro y un control muy exhaustivo de las calificaciones y el rendimiento de los alumnos. “Nuestra plataforma se desarrolló siempre desde el punto de vista de lo pedagógico y con mucho feedback de alumnos y de tutores, que permanentemente estaban criticando, comentando y sugiriendo”, explicó Montalvo. “Es posible que por eso, si hoy se la compara con una herramienta de e-learning más convencional, a simple vista aparentemente le faltarían muchas cosas, pero lo que sucede es que lo que le puede llegar a faltar son cosas que nosotros en un momento dado consideramos que en realidad no eran propias de una plataforma de e-learning, sino funcionalidades que correspondían a una intranet o a otro tipo de aplicación”.
Uno de los mayores desafíos fue la incorporación de herramientas de autoevaluación que los propios alumnos pudieran ir aplicando a lo largo de la cursada. Para una materia técnica y muy práctica, con poca lectura y una gran cantidad de ejercitación, éste era un elemento imprescindible que no podía solucionarse con opciones más convencionales como tests de múltiple choice o ejercicios de autocompletar. “Se creó una herramienta exclusiva de autocorrección para este curso que funciona a partir de una superposición de dibujos: el alumno superpone su dibujo a un original y la misma plataforma marca las diferencias entre uno y otro e indica los defectos o errores cometidos”, contó Galeano.
Otro aspecto novedoso fue la incorporación de un archivo de preguntas frecuentes para cada módulo de contenidos, que se va enriqueciendo gracias al intercambio de alumnos y tutores. “Como todas las consultas pasan por la plataforma, la riqueza de las comunicaciones de las diferentes comisiones se ha ido acumulando. Al final de cada cuatrimestre, los tutores se juntan y eligen aquellas preguntas y respuestas que se van a incorporar al archivo de consultas frecuentes. Es un material exclusivo, que no está en ningún otro libro, no lo tiene ningún otro profesor”, destacó Galeano.
El recorrido del curso está dividido en módulos, cada uno de los cuales comienza con una presentación de contenidos con texto e imágenes, luego hay una animación, después hay ejercicios de autoevaluación y, a continuación, se encuentran las preguntas frecuentes relacionadas con los contenidos del módulo. Finalmente, se encuentran las tareas de evaluación final de cada bloque que deben ser enviadas al tutor para que las corrija. Los alumnos acceden a la plataforma mediante Internet, pero pueden bajar las consignas para realizar la ejercitación off-line.
Él éxito del curso a distancia de Diseño Asistido por Computadoras llevó a la FADU a pensar en implementar también una opción virtual para Matemática II, una materia obligatoria del segundo año de la carrera, de duración anual. La coordinadora académica del curso y responsable de su implementación es Vera Spinadel y la cátedra está a cargo de Jorge Blumenfarb. El curso a distancia se lanzó en marzo de 2003 y los resultados parecen ser tan auspiciosos como los de su precursor.
Actualmente, para ambas materias, los alumnos pueden optar por cursar ya sea en la tradicional modalidad presencial, totalmente gratuita, o en la nueva modalidad a distancia, que tiene un costo de $22 por mes (que habilita el acceso a la plataforma y al soporte técnico que brinda e-dactica). Aquellos que se decidan por la segunda opción, sólo le verán las caras a sus compañeros y tutores en una primera clase en la que conocerán el funcionamiento de la plataforma de e-learning y en el examen final.
Sin embargo, la falta de contacto no parece ser un problema, más bien todo lo contrario. Entre las causas que hacen que los alumnos se vuelquen cada vez más a la modalidad virtual, en primer lugar se encuentra la comodidad de no tener que trasladarse a la facultad y de poner organizar mejor el tiempo y los horarios de cursada. El segundo motivo que los alumnos mencionan es que la atención del tutor es mejor en la modalidad virtual que en la presencial. “Cuando están en la clase presencial son muchos alumnos y todos quieren preguntarle al tutor, pero el tiempo no siempre alcanza. En cambio, en el curso virtual, el alumno pregunta lo que quiere y cuando quiere y sabe que va a recibir una respuesta personalizada”, señaló Montalvo.
En los dos casos, los tutores cuentan con un cargo docente rentado –al igual que si estuvieran al frente de un curso presencial–. En el curso de Diseño Asistido por Computadoras, cada tutor tiene asignados alrededor de 50 alumnos. En el de Matemáticas II, el número se reduce a 20, ya que las respuestas a las consultas de los alumnos en muchos casos son más complejas y demandan más tiempo.
Además de la cada vez mayor demanda que tienen los cursos on-line por parte del alumnado, y que puede medirse por la cantidad de inscriptos –en 2004, 1.000 en el caso de Diseño Asistido por Computadoras y más de 100 en el de Matemática II–, hay otros factores que también demuestran que la modalidad a distancia es tan efectiva en la transmisión de conocimientos como la presencial, e incluso, en algunos casos, aún más.
Según Montalvo, de acuerdo a un estudio realizado por el Departamento de Capacitación a Distancia de la FADU, el rendimiento posterior en otras materias de los alumnos que optaron por el curso on-line fue más alto que el de aquellos que prefirieron el presencial. “Si descontamos que parte de ese rendimiento superior tal vez pueda explicarse por características propias de los alumnos y no por el curso on-line en sí mismo, los resultados por lo menos están indicando que los alumnos no pierden nada al optar por la modalidad a distancia en lugar de la tradicional”, evaluó el CEO de e-dactica.
Galeano también señaló que el e-learning está demostrando ser altamente eficaz para el aprendizaje de todas las materias que tengan componentes que involucren imágenes, movimiento, formas y colores. “Los alumnos parten de fórmulas matemáticas y terminan viendo una estructura basada en esas fórmulas, algo que en una clase presencial no pueden llegar a dimensionar ni a internalizar adecuadamente”, precisó.
Por su parte, Blumenfarb hizo hincapié en que gracias al curso a distancia pudieron reducir el tiempo de cursada de un año a seis meses y lograron bajar la altísima tasa de deserción de la materia de un 75 a un 45 por ciento. “En la versión on-line los alumnos se sienten más contenidos, preguntan cosas que por vergüenza no preguntarían frente a un auditorio, tienen un seguimiento más personalizado y pueden organizar mejor su tiempo, un aspecto clave en una carrera como Arquitectura que tienen una gran carga horaria”.