Me resulto muy impactante conocer a Vicente Ferrer allá por los años 1995. En aquellos tiempos donde tenia treinta años y quería dar rumbo nuevo a mi vida. Hoy mas que ningún día he sentido la presencia de Vicente en mi vida cotidiana. Su estado de coma tras una embolia sufrida el Viernes me hace hacer una recopilación de la experiencia vivida con él durante algunos días en su asrhan de Anantapur.
En mi blog de estudiante de arquitectura publique un post sobre ese viaje.
No me gustan los póstumos pero siento que Vicente, muy ocupado en sus labores de ángel de tantas vidas, se encuentra ahora viajando de un lugar a otro en su trabajo diario de velar por el bienestar de los desheredados de esa región de la India que se llama Anantapur.
Y es que su vida y según sus palabras, se había convertido en su lema. Fue lo que encontró en una choza cuando llego a iniciar su segundo proyecto tras un prolongado exilio de esas tierras indias. En ese habitáculo estaba colgado un cartel que decía "ya solo esperamos que ocurra el milagro"
Y el milagro ocurrió, Vicente fue prosperando y organizando sus acciones de una manera sencilla pero muy firme hacia las necesidades inmediatas de las comunidades dalits, la India se convierte en un hogar dual injusto-espiritual y en muchos casos extremista.
Quería hablar largo y tendido con Vicente, que en aquella época no era muy conocido en España, y le pedía consejo sobre que rumbo debía llevar en mi vida. Me dijo que el trabajo que veía podía parecer muy idílico pero que no me recomendaba que me metiera en semejante lio, por que era muy sacrificado y doloroso. Que siguiera con mi carrera en España. Y me explico como comenzó su proyecto dándose cuenta de necesidades en torno a la naturaleza de las poblaciones, los nativos cortaban los arboles para nutrirse de leña y al final iban haciendo grandes calvas desérticas en torno a las poblaciones. Aquello le hizo pensar que si con los restos de los excrementos de las cuadras situándolas en un lugar estratégico, mas bajo, podía producir un gas ecológico que serviría para cocinar tras instalar una red de tuberías que la suministraban por todo el poblado. Este descubrimiento unido a la fundación de una escuela para que los niños no estuvieran en la calle, un consultorio y un programa de apadrinamiento y otro de microcréditos da el impulso al proyecto de mejorar la vida de estas despoblaciones desfavorecidas.
Y me conto el símil de como Dios lo teje todo, imagínate –me dijo– que tu paso por la vida se convierte en una diminuta hormiga caminando por una rica alfombra de miles de coloridos y texturas bellas, no ves aquello que estas viviendo y ni tan siquiera podrías apreciar la belleza de su perspectiva desde la lejanía. Solo las gamas parecen pasar de manera lenta y monótona, al final de tu vida se te dará conocer las magnitud de esa perspectiva y Dios será el encargado de darle la vuelta a ese tapiz para enseñarte que las costuras fueron hechas con hilos de oro.
Después hablamos durante mas de una hora en su despacho y al final me dio las llaves de una habitación que generosamente me dejo de manera gratuita para mi estancia.
Muchas gracias Vicente, por que esas llaves me abrieron muchas puertas. Allá por donde estés mi gratitud.
Mas informacion: fundacion vicente ferrer