Pensando en aquello de ‘se hace camino al andar…’, se me han empezado a hinchar los… vamos que he empezado a mosquearme un poco. Tras varios siglos por los que ha caminado la Arquitectura en la búsqueda de los espacios, los estados sensitivos y la expresión, cabe plantearse en la actualidad que quizá haya que ampliar el espectro dimensional de las percepciones, diversificar el objetivo perceptible a ofrecer, y me explico:
En la medida en que la vida virtual gana enteros en la globalidad de nuestro tiempo, no deberíamos desdeñar la posibilidad de desarrollar un nuevo sistema que nos conduzca a una efectiva transmisión virtual de sensaciones. Me estoy refiriendo a esa otra arquitectura destinada a no salir nunca del mundo cibernético.
Lo que hasta hace no mucho tiempo (mediante videojuegos, cortos cinematográficos, animaciones, etcétera) apenas era capaz de ofrecer argumentos creativos como para centrar nuestra atención, ha ganado en los últimos tiempos una capacidad expresiva y emocional tal que es difícil no rendirse a sus virtuales encantos. Aunque lo cierto es que no es oro todo lo que reluce, y que estos encantos parecen serlo sólo en potencia, ya que hasta el día de hoy el equivocado proceso creativo no ha dado más que resultados poco ambiciosos, en búsqueda de la repetición de la realidad irrepetible que supone nuestra naturaleza y su futurible cósmico.
(Nunca la virtualidad podría competir ni igualar la sola idea de imaginar el día que podamos alterar los colores o la capacidad lumínica atmosférica, la dualidad espacio-tiempo o cualquier otra incursión en la ansiada y melancólica conquista del espacio).
En la medida en que la vida virtual gana enteros, no deberíamos desdeñar la posibilidad de desarrollar un nuevo sistema que nos conduzca a una efectiva transmisión virtual de sensaciones
Obviamente, el objetivo está viciado, es estúpidamente pretencioso. Estamos ante un mundo mucho más complejo que hace tambalearse al sistema tradicional, al menos en lo que concierne a lo que se ha venido llamando nuestra ‘segunda vida’.
Quisiera reflexionar sobre los convencionalismos trasladados desde el mundo real al virtual. Por ejemplo y para descojonarnos un poco, en los espacios vulgarmente llamados 3D, ¿alguien puede explicar para qué cojones se necesita el uso de puertas con manillas y bisagras para pasar de una estancia a otra? ¿Y la utilización de mobiliario o naturaleza? (sólo explicable desde un enfoque poético, quizá válido en determinados momentos, pero no como ley de creación). ¿De qué vale una barandilla si al caer no te escoñas? ¡¡Pero qué clase de emoción tiene un mundo en el que lo más que te puede pasar es que se vaya la puta luz!!… no necesitas ir a mear…, no te mojas si llueve…, si te tiras un pedo no lo huele nadie… en definitiva, una mierda.
Por lo tanto, hay que dar un giro a todo esto y qué mejor punto de partida que la propia Arquitectura. Históricamente ha sido ésta la que ha determinado las formas de vida, las relaciones entre personas, las sensaciones vitales, etcétera. En el momento en que seamos capaces de liberar a esta nueva Arquitectura de tantos -pre-, estaremos sentando una base más sólida, virtual, pero sólida.
El cómo ya es algo más difícil de predecir. Deberíamos revisar el legado de la evolución del arte moderno, es posible que esto nos ayude a evitar crear un nuevo corsé señaléctico que englobe a toda la creación virtual, de manera que se dé paso a un intenso momento en que se generen nuevas formas de expresión arquitectónica capaces de despertar lo más sutil y basto de nuestros sentidos.
No cabe duda de que el primer obstáculo surge de la dicotomía entre generar espacios intuitivos que faciliten el ‘movimiento’ y la comprensión de los mismos, u optar por el expresionismo llevado a consecuencias experimentales más arriesgadas, entendiendo además que nuestras nuevas creaciones serán recorridas con el escaso pudor de la soledad cibernética.
Quiero suponer que en un futuro próximo podamos aportar con facilidad ‘espacios virtuales de calidad arquitectónica’ asociables a los soportes que trae consigo la web
Campos de trabajo podrían ser los recientes soportes creados en la web (Secondlife, Libsecondlife, OpenSim…etcétera), que ya empiezan a experimentar, aunque de una forma excesivamente torpe y lamentablemente inconsciente, los procesos generadores de espacios. Para no entrar en jergas y conceptos inestables (que sólo darían pistas momentáneas), podemos simplificar diciendo que en la actualidad los ‘desarrolladores’ andan buscando alternativas entre los diversos armadores de ingeniería y motores de gestión que les permitan con mayor capacidad y libertad estructurar sus ‘creaciones’. El problema radica en que todo este proceso se está haciendo desde la más absoluta trivialización de la Arquitectura, obviando su enorme potencialidad en este mundo. Quiero suponer que en un futuro próximo pueda ser reconducida esta cuestión y que podamos aportar con facilidad ‘espacios virtuales de calidad arquitectónica’ asociables a estos soportes. Estamos de acuerdo en que todo esto nos ha pillado por sorpresa, pero todo tiene un límite.
El anular toda una serie de factores naturales (como viento, lluvia, temperatura, olor, tacto, dolor…etcétera) obliga a la creación de otros parámetros que fortalezcan la intensidad sensorial, como la luminosidad, el contraste, el impacto visual, la sorpresa, la acústica, la velocidad, la apertura de diafragma, ¿alguien dijo cine? Qué les voy a contar…
La actual estética hortera de los diversos espacios asociados a la web ataca al más básico pilar de nuestro entendimiento, hasta ahora no se puede haber hecho peor. ¿Se puede sentir una poesía comiendo galletas sentado frente al ordenador leyendo letras en color fucsia y de fondo una canción de Luis Miguel desgañitándose por echar un polvo?… No, definitivamente hay que filtrar esto.
Por el contrario, tenemos el medio. La experimentación basada en fundamentos arquitectónicos puede crear plataformas adecuadas a cada movimiento.
Personalmente, un espacio en el que no se pueda morir (como paradigma de los sentidos) siempre adolecerá del más crudo carácter vital. No obstante, se trata de una arquitectura para soñar y ofrecer campos de sensación a los que sueñan. Por lo demás, la realidad apunta a encerrarnos en este microcosmos cada vez con mayores dosis de obsesión. Es nuestra opción que la Arquitectura haga que la sensibilidad y la emoción acompañen y conviertan este caos en un proceso.
Por ISIDRO GALLEGO DOMÍNGUEZ*
*Isidro Gallego Domínguez es arquitecto.