Al abundar y acudir a la bibliografía y en los matices que hicieron al XVIII un siglo lleno de dinamismo y transformación. Sevilla gozó de fama y prestigio desde su concepto de ciudad-puerto, de ser centro de recepción de fiestas y demas eventos y de aglutinar a las mas altas corrientes sociales de su época. El dinamismo burgués en Sevilla fue sustituido por la aristocracia que controlaba los poderes fácticos desde la primera conquista de Sevilla y poco después su territorio al 100% junto a la Iglesia. Los primeros cambios de una ciudad que miraba a sus adentros –al estilo de las ciudades árabes—donde coexisten un entramado de calles –muchas de ellas de difícil acceso– otras con núcleos diferenciados y separados. Se inician las aperturas de huecos a la calle a modo de ventanas, la sustitución de cuadras y almacenes de aperos por nuevos usos especializados en la vivienda. La incorporación de nuevos materiales como la fundición, el vidrio. El uso del zaguán como forma segura de crear una corriente en la casa y al mismo tiempo estando segura frente a robos. Esta es una moda que se instala definitivamente en este siglo tras seguir siendo una ciudad de callejones laberínticos de tápiales con un único hueco a la calle como puerta de acceso sin mas intermedio que un patio delantero que servia de vividero. El estuco decorativo era una muestra de buen gusto que se fue implantando a lo largo del periodo dorado del XVI y XVII.
Las primeras aperturas de plazas se producen tras las nuevas corrientes barrocas que imprimen prestigio a los edificios. Habría que añadir los planos correspondientes a las obras de la iglesia y su inventario anterior