Sevilla (7). Conclusiones.


La ciudad es una lección de idoneidad de un lugar en una lucha por el tiempo que va logrando una forma y un sentido. Siempre en esa tensión creativa surge el conflicto, crecer o decrecer, innovar o integrar lo adquirido. Es por tanto un producto creativo e integrador. Muchas veces me pregunto la Sevilla que pudo ser y que tras el continuo desecar del río fue olvidando: su propia naturaleza, primero marina y después de transito de agua acaudalada. La Venecia del Sur como un fortín y refugio de conexiones con cientos de sitios a través de la vía del río y de sus canales, obras de adecuación hidráulicas que podrían conectaran riveras con zonas residenciales, marismas con el alto Guadalquivir y finalmente en su doble vertiente Atlántica-Mediterránea.
Sevilla, como diría Umberto Eco es percibida mas como un ―texto estético‖ que como una obra de arte. El dinamismo es subrayado, la dialéctica de la construcción-destrucción, la creación a modo de Shiva danzante que pisa con fuerza a los dioses menores para darle su lugar de sustento en la vibración y el dinamismo de sus gentes.
Habría que poner como elemento de luz a la Giralda, que visionada desde los lugares recónditos nos devuelve el brillo de nuestra identidad. Es la metáfora que diría Romero de Solís de ―faro de luz‖ Por fortuna todavía quedan cuerpos para apreciar el mestizaje en el arco y la piedra que aquellos primeros almohades construyeron como primera mezquita. La ciudad es como la palma de una mano, contiene todas las señas y rasgos, daños pasados o futuro. Descifrarlo no es labor baladí, tal y como Calvino señalara como metáfora en Las ciudades invisibles. Esta singladura empieza su andadura y como tantos otros proyectos inacabados nos pone sobre los surcos de una mano, la de la voluntad que la maneja. La mano es el signo vivo de la coalición entre las fuerzas interiores y las posibilidades exteriores. Sevilla, 7 de Enero de 2009

Scroll al inicio